BAILARINAS DE INVIERNO

Las Bailarinas de Invierno. English Below :)

Bajo la hojarasca que viste al bosque con resplandores rojos, naranjas y un sin fin de variedades de amarillo y tonalidades de café que nunca pensé existirían , un ballet silencioso comienza. Las setas de invierno despliegan tímidamente sus sombrillas abriendo su paso entre las hojas que engalanan su danza con los colores de otoño.

Sus cuerpos son como bailarinas emergiendo a un escenario natural. Algunas son como notas musicales moradas, otras amarillas y muchas más tantas logran ocultarse a la vista. Los rayos intermitentes del sol tejen entre las ramas una sinfonía de luces y sombras, iluminando los pequeños paraguas fúngicos.

Es un día donde la luz juega a esconderse y coquetea con todo a su paso, como un poema que se desenvuelve verso a verso. Las setas, pacientes protagonistas, se abren camino entre las hojas que a su vez sirven de refugio a diminutas creaturas o simplemente esperan que los elementos, los habitantes del bosque las conviertan en nutrientes para el suelo. Sé que volverán a la vida de una u otra forma.

Cada seta es un evento de misterio y renovación, un susurro en el silencio del bosque, celebrando la transición de estaciones. La renovación del suelo, la trasformación de la materia, uno de los más modestos, devotos e importantes contribuyentes al constante ciclo de vida, regeneración y muerte que rigen el bosque.

El sol, cómplice de este espectáculo efímero, se asoma entre las ramas para acariciar con sus rayos dorados la escena, como un último acto de otoño, mientras el invierno se acerca.

En este día de intermitente resplandor, las setas de invierno reclaman su acto de entre las hojas caídas, ofreciendo una coreografía única, un regalo visual que solo el bosque en su quietud es capaz de ofrecer.

Pasadas dos horas, regreso a casa, no tengo evidencia de lo que les cuento, solo la cesta que reposa en el comedor de la cocina, mis botas llenas de lodo y en el último sorbo té, del termo mi compañero de caminata. Si no lo creen, da igual.

Así termino esta narración, mientras la leña en la chimenea se va apagando, el calor que irradia las brazas se va encogiendo y dé repente me quedo sin ganas de escribir.

Memorias del Camino

CAMINANTE

ENGLIS HERE :)

Beneath the leafy mantle that adorns the woods with crimson hues, oranges, and an endless array of yellows and shades of brown – colors I never thought would exist – a silent ballet unfolds. Winter mushrooms shyly unfurl their umbrellas, gracefully weaving their way through the leaves that adorn their dance with the colors of autumn

Their bodies resemble dancers emerging on a natural stage. Some are like purple musical notes, the rarer ones in yellow, and countless more manage to hide from view. Intermittent rays of the sun weave through the branches, creating a symphony of lights and shadows that illuminates the small fungal umbrellas

It is a day where light plays hide and seek, flirting with everything in its path, like a poem unfolding line by line. The mushrooms, patient protagonists, make their way through the leaves, which, in turn, serve as a refuge for tiny creatures or simply await the elements, the forest inhabitants, to transform them into nutrients for the soil. I know they will return to life in one way or another

Each mushroom is an event of mystery and renewal, a whisper in the silence of the forest, celebrating the transition of seasons. The rejuvenation of the soil, the transformation of matter – one of the most modest, devout, and crucial contributors to the constant cycle of life, regeneration, and death that governs the woods..

The sun, an accomplice to this fleeting spectacle, peeks through the branches to caress the scene with its golden rays, like a final act of autumn, as winter draws near.

On this day of flickering radiance, winter mushrooms claim their spotlight among the fallen leaves, offering a unique choreography, a visual gift that only the stillness of the forest can bestow.

After two hours, I return home, with no evidence of my tale except for the brimming basket resting in the kitchen’s dining area, my boots caked in mud, and the last sip of tea from the flask bearing witness to my journey. Believe it or not, it doesn’t matter.

This narrative concludes as the firewood in the fireplace dwindles, the warmth emanating from the embers diminishes, and suddenly, the desire to write fades away.


Last modified on 2023-11-14